ReynaldoMarcos Padua

                    POEMAS IMPRESIONISTAS

 

Contigo veo el pincel

de Natura   esparciendo oros. José Antonio Cabrera

 

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poema impresionista 11

 

 

 

 

 

 

POEMA IMPRESIONISTA

 

¿Cuál será tu historia

   hombre

que vas arrastrando

un carrito de trapos

bajo la lluvia transversal

de una calle cualquiera

en Somerville?

¿Qué pensarás

o pasará por tu mente-espejo.

mientras empujas el carrito de nada

hacia el fin de la calle?

Esa lluvia te empapa

y no sospechas

que yo

te escribo este poema.

Tras el cristal llorón

de la ventana

tu figura se pierde de mis ojos.

Pero yo te objetivo:

Sobre esta página

te convierto en historia

sin lograr traducir

tu individualidad.

Porque eres un punto en movimiento

sobre la lámina

que ocurre en este marco.

Te veo en la fugacidad

del breve instante

con toda la certeza

de que llevas contigo

una novela: un cúmulo

de juegos y de actos

en tus años de novelar

sin tú saberlo.

Y yo, ladrón de almas,

quisiera develarla.

mientras ya tú, extranjero,

anónimo transeúnte

ahora ya silueta en un poema–,

te pierdes empujando

ese carro con nada,

aguantando la lluvia

con la posible dignidad

con que aguantas tu vida.

Pero tu historia

pasa completa frente a mí.

Te pongo en la mirilla

de un artero verso:

y no lo sabes, transeúnte.

Se que pasas

inadvertidamente

para la Historia,

que no cesa de hacerse

y deshacerse;

donde habitamos ambos

no importa adonde llegues

tras ese punto eficaz,

referencial, de una ventana,

con el carrito de los trapos,

en este día de lluvias

que te perfila ya

como eso que eres,

bajo el poder

de unos versos ligeros

iguales a esa lluvia

aburrida y romántica.  siguiente  

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POEMA IMPRESIONISTA II

 

SOBRE el tejado un gato negro

con ojos esmeralda de malicia.

Hace sol;

se revuelca sobre el tejado ardiente.

Su pelambre relumbra.

Ya no hace nada:

ahora posa como estatua

de azabache callejero.

A través de sus ojos

el mundo me refleja

por la persiana un mar

de azuloso palpitar invitativo:

pincela un alcatraz.

Se va ondulando el gato

al ritmo milenario de un mar

antes azul - ¿ verde quizás?

-frente a los ojos del felino que cruza.

este techo a lo Chaplin

en zigzag.

El mar oscila en el compás,

se muerde con la brisa

y con el sol hay orgías de color.

Solo el verde del pasto está prudente.

(Un celaje de ébano pasa presto 

y no observa mi mundo en verde mágico.)

Yo, plagiario de Yahvé.

pinto aquí con lenguaje

para mi limitada eternidad

en el brillante y corto guiño

de ese gato en la escena.

¿Adónde ahora va el gato?

También me observa DIOS,

felino Padre.

 

                            

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POEMA IMPRESIONISTA III   

 

YA LA MAÑANA se levanta

        con un aire  de octubre, 

  paisaje de alcatraces. 

Fija la ciudadela 

    a estampa de haces rubios

             - oro y azul -

bajo cúmulos limpios. 

OLOR a mieles, licor 

  de yodo pregoniza el día.

 

Desde    la    nube 

el   viento   baja 

a   la   ola   tenaz.

DIOS bendice con   pulso e   impulso 

la estampa donde estoy. 

Erguido e insistente 

hace vuelos el mar;

el mar que canta 

junto a mí

esta canción tendida 

que duplica las olas 

al ritmo hondo y firme

y onduloso del mar.

 

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POEMA IMPRESIONISTA IV

 

 AL AMPARO de esas palmas en hilera

la redondez del horizonte

cromado por el sol

                destella en el ambiente

                                la paz de los paisajes.

(En las esquinas del paisaje

             cuela a gruesos gotones

                la mayúscula guerra

        su mortecino plato de abandono).

El sol pinta

            su lujo tropical

sobre la Isla,  diminuto terrón

                        del planisferio 

universo total en nuestra mente.

Caña quemada, olores campesinos: 

        olor a infancia en el aire

                                    terrenoso.

Globo macizo transparenta la tarde,

a ese fugaz

                interior en el hombre.

En el iris los colores más firmes

                    de esa arcadia

                        inconsciente

y abolida.

 

                        

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POEMA IMPRESIONISTA V

                                (ARECIBO)

 

LA ROTONDA celeste  

     cruzada de un canto de gallo                        

lejano.

 

Es entre sueño,

    el sonido campestre del gallo.

En la breve ciudad.

 

Sonidos de gomas de carro    

en las autopistas

imitando la historia del mar.

Las nubes guardianas, algún ave marina,

   la estampa del pueblo

     levanta las hojas de todos los árboles,

        hay brisa invernal.

Resquebrajas, sonido campestre

                            ese cantío de gallo

y me cruzas en eco de infancia

    esta quieta ciudad de la mar.

 

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POEMA IMPRESIONISTA VI

 

DIOS está.

Es un conjunto de hábitos

formado de silencios.

Ha sembrado flores en la Tierra

como una mancha oscura y encendida.

Los niños dicen muchas cosas

cuando ÉL esparce su misantropía.

Llega el invierno y la brisa acaricia su furia,

verano, el disco de un huracán brioso;

es su melancolía.

Arrastra con amor las músicas marinas.

El es el jardinero, el profesor,

el gendarme desocupado del paisaje

qué inauguró el azar con sus listas de tiempo.

TAMBIÉN,

las alfombras tejidas

por los rayos.

 

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POEMA IMPRESIONISTA VII

 

                                    (En Radioville)

 

AQUÍ  dentro del cuarto

el mar es como un cromo,

mentira dibujada, literaria invención. Y,  sin embargo,  el Mar,

¿cómo decir su nombre tan sagrado y trascender la insípida poesía?

                                                                        

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POEMA IMPRESIONISTA VIII

 

EL DÍA    abriga   en   su   manto

la ilusión   de   la   vida.

Potente, plena luz,

acierta el sol de este noviembre.

La eternidad:  el momento de siempre alargándose

como gallina echada

(a punto de cacarear).

Compáctase este día,

universo simplista

de actos y sentires

en titulares de primera plana,

trozo común de esta sufrida Tierra:

Maratones de hambre

-  hambres de vianda y sexo –,

en todas las naciones,

hambres de paz, de Dios, 

traiciones y desgracias, 

la eterna guerra vieja

                - disimulada la carestía. 

HUELO   pura    alegría

                                   en la brisa tranquila. 

Son los albores

              de la Era más Nueva. 

    Intensa flor de Paz

que   se   tiende   en   la tarde

frente   al   Hombre    del cántaro 

a cuestas   que   ha   de entrar 

a su casa.

PERCIBO en la metalengua

    de los árboles

promesa de alegría,

renuevo de la vida

y también es el reverso del adiós.

 

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POEMA IMPRESIONISTA IX

 

UN NIÑO desocupó el paisaje.

Los amantes cruzaron por la tarde

hacia el motel

ceñidos  de una pasión

que engarfa los electrodos

de la cintura abajo.

El sol resbala como una hostia fenomenal ensangrentado.

LA PASIÓN es fecunda

e iracunda en la carretera

número dos.

Que ya es precisa y torpe,

que ya la noche reina:

sus luces tremulantes.

(                       )

El niño del paisaje

se diluye en las nubes,

tiesas y distendidas

como la vara de fecundar.

Los amantes acabaron la faena.

Todo vuelve a la gran normalidad.

Los amantes desocuparon el paisaje.

El niño cruza su sombra

desde su no existir

y ya bajó

al pleno tiempo de la pasión.  

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POEMA IMPRESIONISTA X

TEMIBLE   es   ese   mar. 

Qué   temible,   su   arena. 

Dios   moviendo   sus   aguas; 

    niño zangoloteando

        la   enorme   palangana

llena de algún temible mar. 

Añil   se   afirma   el   celeste   océano, 

el   cielo   afirma   azul   su   salado

escenario,

la enormidad del Creador.

A   LA   CALMA de espacios, 

ágiles elementos en la carga

del mundo que parece tan plano. 

Temible sí, ese mar. Me sincero 

yo   aquí:   Rostro de vastedad, 

o  m  n  i  p  o  t  e  n  t  e,

 hecho de ola    y    nube,

antifaz   del   Señor de las Inmensidades 

frente   a   nos.

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ADJUNTAS

(Poema impresionista  XI)

 ADJUNTAS, un espejado cromo

en la noche profunda.

Verde como el planeta;

en galas se distiende,

se explaya de luceros infinitos.

Mi pueblo aquieta su quietud.

Frescor precioso

en nuestras vidas viejas

de ancestral plenitud.

 

II

LA silueta serena

de Don Juan Garrastegui

aún pasea en sus calles

madejando poesías a tu nombre. Perpetuamente,

Carlos Guzmán te canta

y pintoresca y humana

te retrata. Toño Alvarez

ritma sus luminosas rimas

con un afán sincero.

Antes, Moll te invocó

desde su misa rosa cuando te dijo:

"Qué hermosa estás montaña

con tu dosel tremendo"; otros

hombres y mujeres: hicieron

su poema en ti seguro

un día. Juan Antonio el de Ciales

te nombra en su Alabanza.

Cantadores anónimos, ángeles

silenciosos

te guardan para el tiempo

sus sílabas más plenas.

A TI, la tan humilde, la soberana madre

del Gigante que Duerme.

La dueña de una silla

muy alta de la patria.

 

III

ADJUNTAS: villa, pueblo

o Ciudad de los Cielos;

tu corazón es alba.

Tu corazón recóndito

de esmeralda tan pura

te convierte algo así

como en una presea

de la Gran Madre Matria

guardada por la Madre Patrona

Virgen de la Providencia

de Puerto Rico.

A TI Preciosa

imagen de un valle

que resguarda el misterio

de un pueblo,

tu San Joaquín custodia

y es tu infinito valor

el ser la más lujosa

y natural alhaja

de toda la columna vertebral

borincana.

 

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